lunes, 26 de octubre de 2015

¿Ves ese lugar que está allá?


¿Ves ese lugar que está allá…? Sí, esa planicie, entre esos grupos de árboles. Pues hace unos años aterrizó ahí un avión. Uno chico, claro, con dos hombres. Creo que tenía problemas en el motor y decidió bajar de emergencia. Al final, logró aterrizar aunque igual termino chocando con uno de los árboles, pero no fue tan grave. El piloto se hizo un corte en la frente y quedó con dolores en la espalda. El otro se golpeó la cabeza, pero ni siquiera sangró. Ambos se quedaron en casa como tres días. La abuela los atendió y nos mandó a que los dejáramos dormir en nuestros cuartos. Y claro… nosotros, esos días, dormimos en el comedor, cerca de la estufa. Recuerdo que ellos se levantaban tarde y nosotros teníamos que esperarlos para desayunar. No sé por qué me acuerdo de eso. Debiera acordarme del enojo del tío Pedro y de cómo sacó la escopeta y decidió llevarse al monte a esos dos hombres. En cambio, me acuerdo de los desayunos y de la cantidad de azúcar que echaba cada uno de ellos, es su café. Cuando cavamos, días después, yo recordaba las cucharadas de azúcar mientras les echaba tierra encima, tal como lo hacía mi tío. ¿Ves ese lugar que está allá…? Pues bien, ahí los enterramos. Luego mi tío fue desarmando el avión y lo vendió como chatarra.  Nunca nos descubrieron. La abuela lloró esa vez, como si los hubiera conocido.

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