sábado, 19 de diciembre de 2015

Llegar al número final.


Estaba con insomnio. En la cama. Contando. No contando ovejas, por cierto, ni nada en particular. Solo números. Aunque no sé realmente si se puedan contar números. El punto es que tras mucho contar supe que había llegado al número final. Sé que no es lógico decirlo así, pero ese es el recuerdo que tengo. Llegué al número final, estoy seguro. Es decir, ni siquiera sabía si los números podían contarse a sí mismos y de pronto descubro que no hay más. Que todo eso del infinito de lo que siempre sospechaste, era un cuento, simplemente. Esa noche, debo haber renunciado a dormir luego de ese descubrimiento. De hecho, recuerdo haber encendido luces y buscar un cuaderno donde anotar aquello que me había sucedido. Y es que el final así, de pronto, venía a acabar con una serie de cosas que hasta ese entonces creía ciertas. Era una sensación extraña, sin duda. Ilógica incluso, si se quiere, pero profundamente cierta. Tengo memoria, por ejemplo, de haber escrito el número final en una hoja y haber intentado sumarle algún número… pero cualquier intento resultaba infructuoso. Y es que había llegado al número final. De eso estaba seguro. Todo de casualidad y gracias al insomnio, pero lo había hecho. Fue así como intenté explicárselo a todos durante las próximas semanas, sin ningún resultado. En cambio, me intentaron convencer respecto a mi propia experiencia. Dijeron que era imposible. Que debo haber estado soñando, o somnoliento. Que el número aquel al que llegué y he olvidado, en realidad no existe. Y claro, yo les dije que sí… que debían tener razón… que era cierto. No quise insistir. No volví, de hecho, a hablar de aquel tema. Mentí, por supuesto, si es que quieren saberlo. Todos lo hacen.

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