jueves, 31 de diciembre de 2015

Nuevo estilo.


I.

Me dijeron que me buscaba un hombre llamado Rudecindo.

En pleno año nuevo, durante una reunión familiar.

Salí, extrañado, a ver quién era.

-Soy Rudecindo –me dijo.

-No conozco a ningún Rudecindo -contesté.

El hombre me miró detenidamente.

-Vengo a pasar el año nuevo –dijo entonces-. Como poco, traigo mi propia bebida.

Me fijé que traía un botellón de vino.

También me fijé que parecía inofensivo.

-Pase usted –le dije.

-Gracias –contestó.


II.

Presenté a Rudecindo como a un colega.

Se sentó en la mesa, con nosotros.

Comió poco y se comportó prudentemente.

Cuando dieron las doce saludó con mesura y nos dio buenos deseos.

Finalmente, me llevó a un lado y me pasó algo oculto, que traía en la chaqueta.

-Nadie notará el disparo en medio de los fuegos artificiales –señaló.

Yo asentí, porque era cierto.


III.

La pistola que me pasó Rudecindo era pequeña.

Desconozco el modelo, pero era automática y tenía el cargador lleno.

Rudecindo me explico cómo sacarle el seguro y me indicó la forma de tomarla para evitar el rebote.

-Gracias –dije yo.

-No te demores y haz lo que debas –me dijo, antes de irse.

Luego se despidió de mi familia, de forma muy cortés,

Nadie sospechó nada.


IV.

Disparé dos veces y fue suficiente.

Supongo que siempre es así, cuando se hace.

Luego busqué argumentos para sostener esos disparos.

Encontré algunos.

No en una mala forma de terminar el año, me dije.

Luego vacié el cargador, disparando mis tiros al aire.

Nadie entendió nada, estoy seguro, pero era algo que debía hacer.

Ese era mi nuevo estilo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales