jueves, 14 de enero de 2016

La única liberación.

“Hablar por hablar
es la única liberación”
Novalis


¿Ya te dije que fuimos al circo…? Un circo penca eso sí… Apenas como tres carros y una carpa desteñida. Llegaron el martes. Se estacionaron en el peladero, al lado de la verdulería de don Manuel. Con la Maite pensamos que faltaban artistas por llegar, o hasta animales, pero al final eso era todo. Armaron la carpa en la tarde y regalaron entradas para niños. Lo típico, de esas que piden ir acompañados de sus padres. Lo peor es que se las regalaban a los niños y ellos pedían hasta cansarte. Por eso fui con la Maite. Rodrigo andaba en Concepción y la Maca no aparece desde el viernes, así que la Maite me insistía a mí. Y entre tantos vamos tía y vamos tía terminamos yendo. Al matiné, más encima. Justo después de almuerzo. Debemos haber sido unas quince personas. Diez niños y cinco adultos, al ojo. Tal vez hasta menos... ¡Era tan malo el circo…! Yo conté como seis artistas. Uno de ellos animaba, además. Había dos mujeres gordas y una más o menos bonita, pero que no tenían mucha gracia. Hicieron un número con telas, otro con aros y un poco de malabarismo. No es que lo hicieran tan mal, pero se veía penoso… Con los hombres era peor porque hacían de todo. Eran payasos, malabaristas y hasta trapecistas, que era el número final. Lo más raro fue que aquello le hizo gracia a la Maite. El payaso es el trapecista, decía. El payaso es el malabarista… Y claro, pensado así uno podía decirse que para ser payaso no lo hacía tan mal, como trapecista. Aunque claro, el problema era pensar qué eran realmente esos tipos. Qué eran en primera instancia, me refiero. Cómo sea…. Lo importante es que la Maite lo pasó bien y dejó de preguntar por la Maca, al menos ese día. Sacamos fotos con el celular y al final le compré un algodón de azúcar que era lo único que vendían. El payaso también es cocinero, dijo la Maite, cuando lo compramos… Al tipo le hizo gracia y nos dio dos. De hecho, cuando Rodrigo habló con la Maite, en la noche, eso fue lo que ella le contó… Había un payaso que sabía hacer de todo, le dijo. Eso la tenía encantada. Tanto que pensamos en ir de nuevo, al otro día, pero resultó que el circo ya se estaba guardando. Pensé que la Maite iba a comentar que el payaso también era el que guardaba todo, pero parece que no lo reconoció. Después se fueron... A todo esto, yo me quedo con ella hasta el sábado y luego me regreso a Santiago. Te lo digo por si sabes algo de la Maca o hablas con ella, para que le digas... La Maite igual la echa de menos y yo me tengo que ir. Además, ya sabes… no soy su mamá.

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