martes, 5 de enero de 2016

Pensando en otra cosa.


-No me fío de las mujeres –me dijo-, de pequeño que no me fío… y no me voy a fiar.

-Ok –dije yo.

-¿No me vas a preguntar por qué?

-No –le contesté-. No lo voy a hacer.

-De acuerdo –dijo él.

Pasaron unos minutos.

-Yo vivía en Concepción en ese entonces… -comenzó a decir.

-¿En cuál entonces? –lo interrumpí.

-Cuando iba al colegio, en la adolescencia… -agregó-. Cuando dejé de fiarme de las mujeres…

-¿Me vas a contar igual?

Él no contestó, pero siguió con la historia.

-Ella estaba casada y era la madre de un amigo –continuó-, era de esas mujeres atractivas, pero poco equilibradas, muy joven para el marido que tenía…

-Ya –dije yo.

-El punto es que un día, no recuerdo por qué razón, me quedé solo con ella en su casa, y ella comenzó a acercarse y de pronto se levantó la blusa y me dijo que le mirase la espalda…

-¿La espalda?

-Sí, la espalda… el punto es que tenía unas marcas, como cicatrices chicas, y entonces ella me preguntó si sabía yo de qué eran.

-¿Era como un concurso?

-No, hueón… pasó que al final ella me dijo que eran marcas de cigarros…

-¿Como Lucky Strike, Marlboro, Belmont…?

-No, hueón, como heridas hechas con cigarros… tenía la espalda llena…

-Ya –dije yo.

-Entonces ella empezó a decirme varias cosas, como coqueteando, pero en realidad me daban más miedo más que ganas… además yo era chico…

-¿Como qué te decía…?

-Que su esposo no fumaba… que si quería podíamos juntarnos y fumar con ella… cosas así…

-¿Pero al final quería sexo o que le quemaras cigarros?

-Ambas cosas, pero le gustaban más los cigarros… o sea, tenía marcas en todo el cuerpo… me daba asco, en realidad…

-No tienes que contar…

-Sé que no, pero no tomas en serio nunca, es como si te supieses todas las historias.

-No es eso.

-Pero es que lo tomas como algo común.

-Puede no serlo para ti, pero claro que es común.

-¿Es común que una mujer esté llena de quemaduras y te haga hacerle más…?

-Todas las mujeres tienen algún tipo de quemaduras, supongo…

-¿Y ahora resulta que uno se dejé de fiar de las mujeres de hueón y tú te pones a escribir un blues de la mujer cenicero?

-No puedes exigirme que me emocione o escriba un drama sobre cómo te culeabas a la mamá de tu amigo en concepción… además lo del blues de la mujer cenicero no es mala idea…

-¿Y yo?

-¿Y tú qué?

-¿Qué pasa con mi imposibilidad de fiarme de las mujeres?

-Pasa que puede ocurrir como en los letreros de los almacenes de barrio…

-¿Cómo…?

-Ya sabes… hoy no se fía, mañana sí…

-¿No puedes tomarme en serio?

-No, hoy no.

-¿Me das una razón?

-Te doy dos.

-¿Cuáles?

-Eres un invento, y estoy pensando en otra cosa.

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