lunes, 15 de febrero de 2016

Cosas que guardar en los bolsillos rotos.

“Y el corazón no se detuvo,
pues apenas necesita explicación”


Así lo dijiste.

Me miraste y lo dijiste.

Esa es otra de las cosas
que puedes guardar
en los bolsillos rotos.

Y claro,
yo no entendí
o no quise hacerlo.

Tú, por otro lado,
tampoco te explicaste.

No sé bien por qué,
sin embargo,
pero esa frase me quedó grabada.

Y comencé a pensar entonces
cuáles eran esas otras cosas
que podías guardar
en los bolsillos rotos.

Hice listas, recuerdo.

Grandes listas.

Des cubrí así que el mundo entero
cabía en ellas.

Descubrí que yo, incluso,
cabía en ellas.

Y es cierto:
supongo que me obsesioné con ello.

Por orgullo, tal vez.

Por miedo, tal vez.

Y claro,
comencé a desear entonces
que cosieras tus bolsillos.

En silencio lo desee.

Equivocado, lo desee.

Lamentablemente,
no lo hablamos nunca de esta forma.

Nunca confesé aquellos deseos, me refiero.

En cambio, vino el tiempo
en que convenía incluso
dejar caer nuestras creencias…

Dejar caer…

Soltar…

Podía llamarse de mil formas.

Lo cierto, sin embargo,
es que nunca pude hacer aquello…

Disculpa.

De verdad disculpa.

Además esa historia,
a fin de cuentas,
es otra de esas cosas
que pueden guardarse
en los bolsillos rotos.

La vida misma, si quieres.

Los recuerdos, si quieres.

Y ya sabes...
lo que fuimos juntos.

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