lunes, 22 de febrero de 2016

Dicen que las cosas cambian.

“Eso que está ahí
¿Lo ves…?
Un día fue una puerta”


Las cosas cambian.

Dicen que las cosas cambian.

Todos dicen que las cosas cambian.

Yo los escucho y no sé.

Yo observo las piedras.

Ellas no me ven.

Ellas cerraron los ojos
hace tiempo.

Cuando les da el sol
se calientan.

Cuando llueve
ellas se mojan.

A mí me parece que no cambian.

A mí me parece,
más bien,
que los otros mienten.

También me parece
que es bueno
cerrar los ojos.

En esas cosas creo yo.

En el sol que te calienta.

En la lluvia que te moja.

Y en las piedras.

Si hasta podría amar las piedras.

Y es que ellas se dejan amar.

Igual que con el sol.

Igual que con la lluvia.

Yo en cambio,
no necesito
ni quiero
ser amado.

Y es que no creo
en los que dicen amar.

Ni creo, tampoco,
en los que necesitan
ser amados.

Ellos se protegen de la lluvia.

Ellos se protegen del sol.

No están tranquilos
si no construyen puertas.

No están tranquilos
con su propio corazón.

No están tranquilos
si no construyen catedrales.

Por eso prefiero vivir
entre las piedras.

Y dejarlas en su sitio.

Yo vivo entre cuchillos
que no pierden el filo.

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