viernes, 19 de febrero de 2016

Dios está de moda.


¡Quién lo iba a decir…!

Dios está de moda.

Como en los países con hambre.

Como en los pasillos de las salas de urgencia.

Como en las noches de angustia.

Dios está de moda.

Las cruces se venden por millares.

Aumentan las vacaciones a tierra santa.

Construyen arcas en cada una de las casas.

Y es que Dios está de moda.

Se escuchan cantos, por las noches.

Sansón es el nuevo campeón en la WWE.

La cajita feliz trae piezas de un pesebre.

¡Quién lo hubiera dicho…!

La gente se abona a las iglesias.

Las biblias se venden en los kioscos.

En los supermercados se designa un pasillo para hostias y pan sin levadura…

Todo está cambiado.

Las calles, por ejemplo, se llenan de gritos:

¡Alabado sea Dios…!

¡Alabados los ángeles del cielo…!

¡Alabada sea hasta su santa ausencia…!

No hay rencor en las palabras.

De hecho, muy pronto se reconocen beneficios.

Bajan los índices de criminalidad.

Disminuyen las brechas económicas.

Los más sensibles reconocen incluso la sed de las plantas.

Y es que Dios está de moda.

Hay que aprovecharlo mientras dure.

No importa si no hay resurrección.

Ni siquiera importa si hay milagros.

Al menos se trata de una buena moda.

Sobre todo ahora en el verano.

Las túnicas son fresquitas.

La alimentación es sana.

Y la genuflexión ayuda a quemar calorías.

¡Quién lo iba a decir…!

Ni siquiera importa si hay milagros.

1 comentario:

  1. También está de un moda en versiones críticas, no complaciente, casi gnosticas.

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