jueves, 11 de febrero de 2016

Las lineas rectas.


I.

Existe un tipo de flores que crecen en altura, comúnmente en zonas áridas.

Dichas flores, cuyo nombre científico desconozco, son llamadas comúnmente líneas rectas.

La primera vez que vi una fue en Pica, hace unos diez años, mientras preparaban una ofrenda floral que sería llevada hasta La Tirana, en la fiesta conmemorativa.

Las flores eran blancas y celestes, de apariencia muy sencilla.

No recuerdo que hayan tenido aroma.

Solo vi un pequeño grupo de esas flores, en todo caso.

Un solo ramo de líneas rectas.


II.

La segunda vez que vi  de esas flores fue en un pequeño observatorio, en el Valle del Elqui.

Se las habían llevado a una chica que trabajaba en el lugar, que estaba embarazada.

Esa vez causó gran revuelo el nombre de esas flores, por lo que se habló durante días, de ellas.

Yo estaba en el lugar, redactando un artículo, y escuché gran parte de esas conversaciones.

De verdad fueron numerosas.

De hecho, para cuando las líneas rectas se marchitaron, todavía se seguía hablando de ellas.


III.

Es difícil de explicar, pero algo cercano a la esperanza nace en mí cuando pienso en las líneas rectas.

En las flores, por supuesto, no en los puntos infinitos.

Y es que me alegra pensar que es posible la existencia de las líneas rectas.

El infinito llevado a una existencia frágil… blanca y celeste.

Con esa eternidad nos basta, después de todo.

Tal vez esa sea la forma en que pueden llegar a existir esos conceptos.

Un arroyo que se llame Dios.

Una especie de escarabajo que se llame espíritu.

Un tipo de roca que se llame eternidad.

Puede bastar con eso… tal vez.

Puede bastar, espero.

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