domingo, 28 de febrero de 2016

No sé qué le pasó, cambió de pronto.

"Tengo la sospecha que tenemos
simplemente
el mundo que merecemos"
T. D. II

No sé qué le pasó,
cambió de pronto.

A todos nos pasa, claro,
pero en ella el cambio
fue excesivo.

Ahora le hablas,
por ejemplo,
y ni siquiera responde.

No se come la comida que le sirves.

Ni siquiera se mueve
cuando le haces el amor.

Ha descuidado su aspecto.

Y no en cosas ligeras.

Siempre que llego a casa,
por ejemplo,
ella apesta
un poco más.

Está pálida.

Deja mechones de pelo
sobre la almohada.

Le soy indiferente.

Da lo mismo lo que haga.

Me acerco a ella.

Le leo mis escritos.

Le cuento cómo me fue en el trabajo.

Pero ella,
claro está,
no realiza el menor comentario.

La saco en el auto,
de paseo,
y ni siquiera mira
el paisaje.

El otro día un montón de gente
vino a verla.

Casi todos le trajeron flores.

Venían arreglados, incluso,
como para una fiesta.

Ella ni se inmutó.

Las flores quedaron ahí,
en el piso,
y ella ni siquiera agradeció.

Siempre ha sido fría,
pero ha llegado a un punto
francamente inaceptable.

Ya ni sé siquiera
si llamarle frialdad.

O indiferencia.

O hasta falta de espíritu.

Ni es capaz siquiera de espantar las moscas
que se acercan.

¡Puta de mierda…!

Estoy seguro
que si me viese muerto
ni siquiera
reaccionaría…

Luego hablan de amor
y de una vida feliz
y de todas esas cosas…

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