jueves, 17 de marzo de 2016

Otro verbo antes del verbo.

“Lo único que se necesitaba era una interminable
serie de victorias que cada persona debía lograr
sobre su propia memoria”
G. O.

I.

Vas borrando de a poquito.

Tachando.

Escribiendo sobre aquello que ya estaba escrito.

Igual como si hicieras una herida en la piel.

Eliges mejor una palabra.

Omites un gesto.

Vuelves sobre ti mismo.

Vences –como diría Orwell-, sobre tu propia memoria.


II.

Nada es malo ni bueno.

Cualquier frase funciona aquí como un eslogan.

Perdura mientras está.

Mientras existe.

Extiendes tus palabras como si fueran brazos.

Pero nada sostiene a las palabras.

La hoja se ha desgastado.

Las palabras caen como ceniza.

Una cucaracha se mueve por la memoria,
igual que lo haría
en una habitación vacía.


III.

Antes hubo algo.

Siempre antes hubo algo.

Un verbo antes del verbo.

Una historia tachada.

La memoria anterior a la derrota.

No siempre lo admitimos, pero es así.

Un Dios antes de Dios.

La piel sana, respirando bajo la herida.

Otro verbo antes del verbo.


IV.

Vuelves a escribir.

Sobrescribes.

Nada es bueno.

Nada es malo.

Ya ni te percatas, incluso,
cuando llegas al final.

Falta algo.

Estás cansado.

La piel está delgada,
como el sueño.

¿Los recuerdas?

Un día tuviste sueños.

Otro verbo, antes del verbo.

Y el mundo… ¿te acuerdas?

¿Dónde está?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales