domingo, 20 de marzo de 2016

Que pase lo que tiene que pasar.

“Todo lo que oliera a corrupción
lo llenaba de una esperanza salvaje”
G. O.

Supuestamente L. mata a P.

Lo recoge cuando aún se encuentra medio vivo en la orilla de un río.

Lo acerca a la orilla con un palo que logra sujetar entre sus ropas.

P. tiene el cuerpo hinchado y ha tomado un color extraño.

L. le quita la ropa.

No encuentra nada de valor entre ellas.

Le deja puesto un calzoncillo y una polera que llevaba bajo la camisa y lo extiende sobre unas rocas.

P. queda así, tendido cerca del río.

Recién entonces L. se da cuenta que P. todavía sigue vivo.

Bota un poco de agua por la boca y tiene ligeros espasmos.

L. piensa qué hacer.

No se desespera.

No siente obligación alguna.

Pasa lo que tiene que pasar.

Al juez le dirá que nunca pensó que P. iba a permanecer con vida.

No estaba medio vivo sino que medio muerto, dirá L.

Por otro lado, lo de las heridas que le hizo pinchándolo con un palo, intenta explicarlas como fruto de los nervios.

Como cuando un niño le arranca los ojos a un pescado, pensará L., pero guardará silencio.

El juez escucha a los abogados y les propone llegar a un acuerdo.

Esto no es asesinato, les dice.

No voy a secar a este tipo.

Entonces L. y su abogado conversan sobre las posibles penas.

Él ya estaba medio muerto, insiste L.

Ni siquiera me pidió ayuda.

Su abogado no lo escucha.

Escribe cosas en su celular y luego contesta una llamada.

Dios también te deja morir, incluso cuando le rezas, insiste L.

Media hora después los abogados ya tienen un acuerdo.

Un año con posibilidad de seis meses, le explican a L.

Es lo mejor que puede obtener, sin duda.

L. piensa en discutir, pero sabe que en el fondo, es una pena simbólica.

Además, si vuelven a revisar el cuerpo pueden encontrar otras cosas.

Así, mientras el juez oficializa la sentencia, L. recuerda el olor del cuerpo de P.

De hecho, cuando lo hacen ponerse de pie, L. se percata que tiene una erección.

No está nervioso, sin embargo.

Seis meses, piensa L.

Seis meses y estoy limpio.

Que pase ahora lo que tiene que pasar.

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