viernes, 11 de marzo de 2016

Sin tiempo.


De puro hueón pensé que era mejor sin tiempo.

Me dejé llevar, digamos, y no vi bien el problema.

Y claro, ocurrió que de improviso mi supuesto problema se vio resuelto.

Nada de tiempo, me refiero.

Todo desaparecido así, de una vez, como por acto de magia.

¡Y yo que me creía intrascendente, como pocos…!

Para peor, explicarlo es más difícil que la chucha.

Me refiero a que sin tiempo, no hay acontecimientos que ordenar.

Y todo, de pronto, se ve reducido a un único fenómeno.

Un único signo, digamos.
                                       
Y hasta un único espacio.

¡Qué mierda de solución me habían dado…!

Intenté decirlo incluso, pero las palabras no tenían bordes.

Y las preguntas estaban unidad a las respuestas, incluso, hasta antes de ser  formuladas.

Y es que parece un problema sencillo, desde acá, pero en ese instante todo era más bien confuso.

Un bloque que era al mismo tiempo construcción y que eras tú y era también el mundo entero.

Enredo y desenredo. Sentido y sinsentido. Alfa y omega…

Pueden llamarlo como quieran.

El punto aquí es que sin tiempo no había acontecimientos verificables.

Y sin aquello, todo lo que uno pudiese pretender resolver carecía por completo de lógica, y sentido.

Y claro, de puro hueón pensé que era mejor con tiempo.

Me dejé llevar, digamos, y no vi nuevamente el problema.

Por suerte, si cambio de opinión, parece que tengo santos en la corte.

¡Y yo que me creía intrascendente, como pocos…!

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