jueves, 28 de abril de 2016

Bolsillos falsos.


Ella trabaja haciendo bolsillos falsos.

Generalmente en pantalones y chaquetas.

Pequeñas costuras que se agregan por razones ciento por ciento estéticas.

No es un gran ingreso, pero le ayuda para ir tirando.

Según sus cálculos, sumando y restando le quedan $200 por bolsillo falso.

No es mucho, digamos, pero al menos ella es rápida.

Digamos que alcanza a hacer sin problemas, de 30 a 40 bolsillos diarios.

De todas formas, ese no es el problema.

El problema es que desde que empezó con el encargo de los bolsillos, no se siente muy bien.

De hecho, se avergüenza incluso de decir que hace bolsillos falsos.

Un día, por ejemplo, intentó decírselo a su hijo pequeño.

Le costó tanto explicarlo que tuvo que mostrarle uno de esos bolsillos.

Y claro, el niño intentó meter la mano por ese bolsillo hasta que señaló derrotado:

Ese no es un bolsillo.

Entonces, ella intentó decirle que se equivocaba, que sí se trataba de un bolsillo, pero de un bolsillo falso.

Si es falso no es un bolsillo, concluyó igualmente.

Por otro lado… algo similar ocurrió con su otra hija.

No tan tajante, por suerte.

Así, un poquito más sensata y menos agresiva se atrevió a preguntar a su madre:

¿Qué se puede guardar en un bolsillo falso?

Y sí… ella quiso contestarle que solo pueden guardarse cosas falsas…

Finalmente, sin embargo, desistió de dar cualquier explicación.

Ante esto, con el tiempo, los niños también dejaron de preguntarle.

Asunto zanjado, pensó.

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