domingo, 8 de mayo de 2016

Construir un cuarto.

“No puedes convertirte en nadie más
que en ti mismo”
T. G.

De aquí en más viene construir un cuarto.

Uno pequeño, de estilo japonés, es la idea.

Todo de madera y luces tenues.

Dentro: una cama baja, libros apilados, cuaderno y computador, para escribir.

Luego ir deshaciéndose de cosas hasta que todo quepa en ese espacio.

El cálculo está hecho y es exacto:

Cuatro tatamis y medio.

Simétricamente dispuestos.

Un cuadrado perfecto.

Y es que a eso más o menos estamos destinados.

Ese es el reino adecuado para un hombre.

Y no digo una prisión, sino un reino.

De hecho, puede que tampoco sea un reino.

Yo me refiero más bien a un templo.

Uno de esos sin altar y sin Dios.

Uno en que apenas hay un tipo haciendo tonterías que cree sagradas.

Y es que de eso se trata a fin de cuentas.

De un templo pequeño y un mundo allá afuera.

Sin grandes transformaciones.

Sin grandes éxitos.

Sin metas sublimes.

Y claro… sabiendo eso, solo puedes avanzar.

En mi caso, por ejemplo, ya he comenzado los planos.

Ya he cambiado mis expectativas.

Sobrevivo apenas, es cierto, pero puedo todavía hacer algunas cosas.

Escribir mal, por ejemplo, pero quiero creer que es por opción.

Por opción o porque renuncié al estilo.

O porque estoy cansado.

O porque en el corazón existen fuerzas destinadas a otras batallas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales