viernes, 6 de mayo de 2016

Dios en búsqueda de Dios.


Título gigante, pero no tanto.

Solo para descartar al “Hombre en búsqueda de Dios” o al “Dios en búsqueda del hombre”.

Y es que intento hablar aquí de la necesidad de búsqueda, sin más.

Poco importa si es a pequeña o gran escala.

Después de todo, la búsqueda siempre es inherente a aquello que se encuentra vivo.

Piense por ejemplo en los dos infinitos, de Pascal.

Es decir, en la idea de esos distintos soles revelándose como satélites de un sol más grande, y que a su vez es tributario de uno incluso más poderoso…

Y claro, los átomos dentro del más pequeño de los soles contienen a su vez otros soles y la historia pasa entonces a repetirse…

Viéndolo así, la idea de Dios en búsqueda de Dios no parece tan absurda.

Y su posibilidad viene a ser entonces como una breve respuesta a otra búsqueda que, si soy sincero, ni siquiera distingo.

Dios en búsqueda de Dios, me digo entonces…

Y es que es cierto: debería haber un manual para efectuar esas búsquedas más allá de la jerarquía de quien lo hace.

Eso como punto de partida, digamos.

Nada más.

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