lunes, 2 de mayo de 2016

Extranjero.


I.

Hoy no ha muerto mamá.

O quizá sí.

De todas, formas, recibí anuncios vía mail con ofertas para el día de la madre.

Una tarde de spa, set de cremas antiarrugas, planes de telefonía celular.

Qué poco sutil si hubiera muerto, me dije.

Enviar esto en vez de las sentidas condolencias.

Aunque claro… igual no quiere decir nada.

No hay por qué ofenderse.

Salvo que haya muerto mamá, por supuesto.

Salvo que haya muerto, pero eso no ha ocurrido, según sé.


II.

De haber muerto mamá tendría un par de días fuera del trabajo.

Recibiría llamadas y un montón de frases de rigor.

Probablemente mis hermanos se harían cargo de los papeles y yo estorbaría en algún sitio.

La velaríamos en una iglesia y me negaría a hablar.

Luego enterrarían a mamá.

No sería culpa mía, por supuesto, pero supongo que me sentiría culpable.

No hablaría de eso con nadie y escribiría, aquí mismo, sobre un tema banal.


III.

No es que sea frío, pero ocurre que sin quererlo veo el mecanismo.

Las piezas del reloj, el corazón del hombre, la transparencia de Dios.

De haber muerto mamá esa sería otra pieza que se revela detenida.

Otra más, simplemente.

Las piezas del reloj, el corazón del hombre, la transparencia de Dios.

Otra más.

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