sábado, 14 de mayo de 2016

Farmacias.


“El amor, la comprensión  y un poco de dinero
no eran suficientes para aquellas personas.
Querían medicinas también”
K. V.

De vez en cuando entro a vitrinear a las farmacias.

Miro las ofertas, saco números de atención y hasta pido algún catálogo.

No compro nada, es cierto, pero me gusta mirar dentro de ellas.

Observo a la gente, por ejemplo, que compra en las farmacias.

Los sigo un poco, observo si están enfermos o si compran para algún otro.

Luego observo cómo pagan.

Estoy seguro, por cierto, que hay una imagen de derrota en ese gesto.

Una especie de acción que se hace como última opción.

Porque no podemos solos ni siquiera con la gripe.

O porque rezar no sirve mucho.

O porque nos falta el tiempo.

Eso observo en las farmacias.

De vez en cuando, regalo el número que saco a alguien que va de último.

En otras ocasiones compro algo pequeño, para que no sospechen.

Y claro…. A veces hasta creen que robo o intento hacerlo, en mis visitas.

Gajes del oficio, digamos, nada más.

Y es que todo ocurre a fin de cuentas,
mientras por fuera de la farmacia camina gente
que se siente superior a nosotros.

Gente sin necesidad de farmacia, digamos, por un momento.

Aunque de reojo, para ser sincero,
miran un tanto las tiendas,
y hasta se fijan en ofertas
que podrán serles de utilidad
en un futuro próximo.

Eso observo en las farmacias.

Eso, y que el mundo gira,
sin saber muy bien
para qué.

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