viernes, 13 de mayo de 2016

Una cosa por otra.

“Nosotros no meamos en vuestros ceniceros.
Así que, por favor, 
no tire cigarrillos en nuestros retretes”
Anónimo, Baño público.

Tres cuartas partes del mundo no son agua.

Tres cuartas partes del mundo son cosas que te cansan.

Y no es que uno quiera hablar de esas cosas, pero a veces no hay de otra.

Y uno intenta, claro, cambiar el tema.

Y hasta hablar del corazón o de cuánta cosa que a veces creemos vale la pena.

Sin embargo, el corazón y esas cosas que a veces creemos valen la pena, son parte también de esas tres cuartas partes que te cansan.

Y uno termina entonces mezclando todo.

Y encuentras colillas en el refrigerador o tenedores donde guardas las cucharas.

Y hasta una mujer que no recuerdas, a un costado de la cama.

Una cosa por otra, digamos.

Siempre una cosa por otra…

Por lo mismo,  intentas buscar ese cuarto del mundo que apenas sobrevive.

Y no sabes dónde puede estar y desesperas.

Por hallarlo, me refiero, desesperas.

Y confundes entonces el horno con la lavadora.

Y en vez de la pera vas y mascas la ampolleta.

Y armas el pesebre mientras celebras fiestas patrias.

Así, contrariado, piensas que incluso el mundo es en realidad tres cuartos de mundo.

Y no ves en ti, ni en tus palabras, ni en tu desesperación.

Y equivocas las miradas y la sed.

Y uno intenta, decía, cambiar de tema.

Una cosa por otra, ¿recuerdas?

Así era siempre.

Simplemente buscabas un final y encontrabas un principio.

Y Dios nace gusano y yo lo piso.

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