viernes, 24 de junio de 2016

Flaubert.

“Creo que todo lo que podemos hacer
por el progreso de la humanidad, y nada,
son exactamente lo mismo”
G. F.

I.

Me extraña Flaubert.

Me extraña y me apasiona.

Me refiero a sus cartas y opiniones, por supuesto.

El resto son solo artificios.


II.

Es cierto.

Admiré lentejuelas por un tiempo.

Recorrí con interés arquitecturas vacías.

Observé autopsias hechas a muñecos de cera.

Perfectos muñecos de cera.

Bouvard y Pecuchet, por ejemplo, son ecos de una muerte muda.

Absolutamente nada.

Nada más.


III.

Y es que lo cierto.

Lo cierto es que ni siquiera hay decadencia.

Ni siquiera vacío, pues el vacío genera fuerza.

Se acabó el músculo, Flaubert.

El hombre fuerte acabó su show sin romper cadena alguna.


IV.

Ahora bien.

El mundo se volvió imbécil, eso te lo doy.

Pero ese, a fin de cuentas, no era el mayor de los males.


V.

Aquí todo está triste, dijiste.

El tiempo, la gente, las cosas.

Yo le sumo el sol, las nubes, las piedras.

Y claro.

También le sumo este blog, esta vida y estos sueños.

Lo triste es que ni siquiera hay suma.

Madame Bovary nunca alcanzó un orgasmo.

Ya me entiendes.


VI.

Lo que hay de grotesco en el amor, dijiste.

¿Quién sabe lo que hay de grotesco en el amor?

¿Quién sabe lo que hay en el amor?

¿Quién sabe algo?


VII.

Hoy en día, por ejemplo.

Hoy en día crearon algodón de azúcar sin azúcar.

Todo por la salud de los infantes, dijeron.

Y claro, entonces entiendo la renuncia.

Y dos o tres de tus palabras.


VIII

¿Leer a Flaubert?

Sí, pero sus cartas, ya lo dije.

Un tour forzado a una calle sin salida.

Escribir para arrojar el veneno.

Un ateo construyendo catedrales.

Una lucidez que duele.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales