viernes, 17 de junio de 2016

Gárgaras.

“Mucho divaga, nada entiende.”
F. D.

¿Servirá para algo hacer gárgaras?

Y si sirve, ¿para qué será?

En el baño de profes, por ejemplo, siempre veo a un colega haciendo gárgaras.

Muy serio, con solemnidad incluso, él hace gárgaras.

Yo lo escucho, unos lavamanos al costado, mientras lavo mis dientes.

Es parte de la rutina.

Casi como un rito.

Tres veces hace gárgaras.

Y claro, yo divago y lo imagino hablando con un dios.

Pienso incluso que en otros baños se está celebrando la misma plegaria.

Un mantra con agua.

Un nuevo lenguaje, incluso.

Cosas así pienso mientras mi colega hace gárgaras.

¿Pensará él que yo pienso eso de sus gárgaras?

¿Sabrá que reconozco su rutina paso a paso?

A veces quiero creer que sí.

Pero claro… él no da pistas.

Lleva un estuche negro con útiles de aseo.

Lo abre parsimoniosamente.

Se lava los dientes.

Se mira al espejo.

Y hace gárgaras.

Para hacerlas, llena de agua un vaso azul, de plástico.

Luego ingiere el líquido y levanta la vista.

Y claro: solo entonces hace gárgaras.

Todos los días al final del tiempo de almuerzo.

Semana a semana, mes a mes, año a año.

Y yo siempre divago, mirándolo.

Y es que me gusta creer que eso tiene algún sentido.

O que genera, de esa forma, un vínculo con algo.

No es que se lo exija,
pero al menos pienso que me devolvería la fe
en esos absurdos hechos cotidianos.

El vaso azul.

El espejo.

O hasta ordenar la biblioteca.

(Ya casi estoy terminando)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales