lunes, 13 de junio de 2016

Una casa que cruje.


En la noche esta casa cruje. Suena extrañamente como si estuviera siendo asediada. No sé por qué da esa impresión. La de ser más un refugio que una casa. A veces es la lluvia. A veces resulta ser el sol. A veces simplemente el viento. Quienes vienen acá suelen comentar lo mismo. Es como la casa de los tres cerditos, me dijeron una vez. El lobo está afuera. Y claro, a mí me gustaría rechazar la idea, pero es algo que se siente. El lobo dando vueltas. El lobo soplando. El lobo intentando destruir la casa. Lo extraño, sin embargo, es que no me siento amenazado, estando acá. Me refiero a que he descubierto que el lobo viene por la casa, no por mí. De hecho, a veces veo al lobo casi como un aliado. O como una parte de mí que quiere derribar esto y lanzarme fuera. A pesar de todo, la casa resiste, hasta el momento. No se mueve, me refiero. Quizá no es por sí misma, pero tal vez los libros sirvan como soportes. O quizá uno mismo sea el soporte. O hasta un ancla. ¿Podrá un barco hundirse por el peso de su propia ancla? Creo que ese es el nombre de una canción de Cohen. Una canción que también cruje, por cierto, como esta casa... Escucha. Afuera sopla el lobo. Afuera sopla a través de mis pulmones. Si vienes un día sabrás que es cierto. Ahora mismo lo escucho venir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales