miércoles, 20 de julio de 2016

El resto del iceberg.


No la punta.

Yo hablo más bien del resto del iceberg.

¿O es que acaso no lo has visto?

Porque al final es cosa de mirar bien, nada más.

Querer verlo, me refiero.

Estar dispuesto.

Y es que es cierto que es terrible, pero piénsalo así:

No hay nada peor después de eso.

Nada duele más que aquello.

Ese es el resto del iceberg.

No hay más.

Si puedes después sigue tu vida y ama a tus semejantes.

Tú elijes, por supuesto.

Será difícil, pero tú elijes.

Después de todo, nadie te va a presionar.

El perro moverá la cola y el sol saldrá por las mañanas.

Se sucederán las estaciones.

Nadie parecerá enterarse que lo has visto.

Y claro… de vez en cuando te sentirás a gusto.

Recuerda que eso también es parte de todo esto.

Alimento para el iceberg, digamos.

Dios no te ama, pero no es tan grave.

Aceptarlo es simple: las frutas no brotan para ti.

Además, ¿quién merece siquiera la dulzura de un durazno…?

Y es que era tan fácil, tan liviano vivir ignorando todo aquello.

Tan fácil que ni siquiera sabrás si fue mejor verlo.

Ese era el resto del iceberg, chiquilla.

Ya lo viste.

Yo te entiendo.

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