sábado, 27 de agosto de 2016

Disfraces que no se arriendan.


No sé si se han fijado, pero al menos yo, tras ocho meses de retraso, he llegado a la conclusión que la gente se disfraza más en navidad que en Halloween. Son disfraces distintos, en todo caso. Disfraces que no se arriendan, digamos. Si es por catalogar, señalemos que hay disfraces variados: de buenas personas, amigos entrañables, hijo pródigo… ese tipo de cosas, me refiero. Por lo mismo -aunque no sea solo para navidad, por supuesto-, he pensado seriamente en ayudar a cubrir estas demandas. Es decir: he considerado abrir una tienda de disfraces que no se arriendan.

Cuando planteo esta idea, sin embargo, algunos discuten conmigo argumentando que si se trata de una tienda de disfraces que no se arriendan, mi proyecto no podría ser llamado precisamente una tienda. Esto ya que, si no se arriendan, los disfraces permanecerían colgados en una especie de almacén o amontonados en un simple lugar de guardado. Por lo mismo, me han sugerido –quizá con cierta ironía, lo admito-, en que considere cambiar el nombre de mi proyecto por Bodega de disfraces que no se arriendan.

Con todo debo reconocer que no encuentro tan absurda la idea de la bodega. Y es que dejando de lado el asunto ese del lucro, el problema central no es necesariamente arrendar o no esos disfraces, sino más bien, arrendar algo real que poner dentro de esos disfraces. Y no estoy hablando de cuerpos, por supuesto.

Lamentablemente –y aquí me quito en parte el disfraz en el día de hoy-, creo que el poder instalar una tienda que cubra esas necesidades, es finalmente una tarea que excede, por lo general, nuestra voluntad más profunda. No sé si se han fijado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales