viernes, 12 de agosto de 2016

Entender lo que se encuentra.

“El que no sabe lo que busca
no entiende lo que encuentra”


Igual no sé.

Ni aunque supiéramos.

Me refiero a que entender siempre es lo difícil.

Lo demás es solo un hecho cualquiera.

Acciones que apilamos.

Fotos de recuerdos.

Suvenires, incluso.

Entender, en cambio, es otra cosa.

Piense usted en ejemplos:

Un hombre encuentra un bebé.

Un hombre encuentra un cadáver.

Estime usted qué ocurre si se trata de un mismo hombre.

Qué es lo que hace, me refiero, si se acerca un instante a comprender.

Un instante al menos para rescatar el significado de ese hecho cualquiera.

Aunque claro… igual no sé…

No sé en el fondo, me refiero.

Pero intuyo.

El café al desayuno.

El té de las seis.

El juego con tu hijo.

Por favor, no se quede en el dato.

Bote los envases.

No coleccione palabras.

Hace tiempo que requiero de usted algo más que la pasividad del oído.

No vengo acá cada día simplemente a decir buenas noches.

Y es que todo es nada si pudo ser todo.

Si pudo ser reunido, digamos, en un mismo saco.

Busque, mejor.

Necesite.

La felicidad de la que hablan es en el fondo necesitar felicidad.

Un niño no aprende a caminar hasta que no sabe a dónde ir.

La vida no es una función continua de 24 horas.

Da lo mismo cómo se diga.

Sea honesto, por favor.

Necesite.

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