jueves, 4 de agosto de 2016

No hay historia, o ¿Qué hacer con un ladrillo?


No recuerda bien de qué trataba su novela, pero sí que llevaba como título ¿Qué hacer con un ladrillo?

La había comenzado hacía años –nunca la terminó, por cierto-, y se acordó de ella casualmente ya que le sobró un único ladrillo tras hacer una pequeña construcción en el patio de su casa.

Aquella, había sido la única vez que intentó escribir algo y lo cierto es que había avanzado bastante hasta antes de abandonar el texto –unas 200 o 300 páginas, según recuerda-, aunque ni siquiera de eso está seguro.

Tal vez el manuscrito esté en casa de su madre, piensa ahora, y de pronto le dan ganas de buscarlo y redescubrir de qué trataba aquello, ya olvidado.

Ese mismo día, en la cena, lo comenta con su esposa.

-¿Alguna vez te conté que escribí una novela mientras estudiaba?

-¿Tú? ¿Una novela…?

-Sí, hace como veinte años… tengo ganas de ir a ver si todavía están los manuscritos…

-¿En la casa de tu mamá?

-Sí… creo que hay un baúl con cosas viejas… Tal vez esté ahí.

-¿Y te acuerdas de qué trataba?

-No… La verdad es que no recuerdo nada salvo el título: ¿qué hacer con un ladrillo?

-¿Qué hacer con un ladrillo?

-Sí… pero realmente no recuerdo siquiera un personaje…

-…

-…

-¿Me sirves bebida?

-¿Qué?

-Si me sirves bebida.

-Ya…

Luego terminan de cenar y se van a acostar.

Con el tiempo, él se olvida del asunto y nunca busca el manuscrito.

Tal vez su destino, simplemente, era ser olvidado.

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