martes, 16 de agosto de 2016

Punto de fuga.


En otra época aquel hombre habría trabajado en un circo.

En uno de esos de fenómenos, claro.

Al lado de la mujer barbuda y el hombre fuerte, tal vez.

Aunque sería un fenómeno mucho más sutil, en todo caso.

Y es que el hombre del que hablo tenía algo notoriamente extraño, pero difícil de determinar.

De hecho, yo lo miré largo rato sin poder llegar a identificarlo.

Tal vez sus proporciones, su tamaño…

O quizá era cuestión de perspectiva.

Lo cierto es que estuve dudando hasta que una mujer se paró a mi lado y aclaró la situación.

Es el punto de fuga, me dijo.

Ese hombre es un punto de fuga.

Yo miré al hombre y comprendí que esa era la descripción exacta.

Definitivamente era el punto de fuga.

Pasaron un par de minutos.

La mujer volvió a hablar.

Pareciera que se está yendo, ¿no cree?

Yo asentí.

Y es que era cierto: el hombre en cuestión parecía justamente lo último del paisaje… el punto por donde se vaciaba el resto…

¿Usted lo conoce?, le pregunté entonces a la mujer.

Trabajamos juntos, dijo ella.

Y claro, fue recién en ese instante que la miré y traté de fijarme si tenía barba.

Estaba algo mareado, y mis pensamientos no se ordenaban con facilidad.

¿Se afeitó en la mañana?, le pregunté.

¿De qué habla?, replicó ella, algo molesta.

Yo seguía confundido.

Finalmente, solo atiné a disculparme y a retirarme del lugar.

Tampoco estaba el hombre fuerte, pensaba, mientras me alejaba.

Debo haber caminado un par de horas.

No recuerdo cómo llegué a casa.

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