lunes, 12 de septiembre de 2016

Círculos perfectos.


Conozco a un estudiante chino que hace círculos perfectos.

A mano alzada, sin levantar el lápiz.

Círculos perfectos.

Está haciendo su tesis sobre Mo Yan y yo le ayudo con la redacción en español.

Nada muy interesante en todo caso.

Él me cuenta que durante todo un semestre fue estudiado en una Universidad de Canadá.

Le hicieron pruebas y midieron sus círculos sin detectar la menor falla.

Lamentablemente, luego del semestre, se dieron cuenta que el saber hacer círculos perfectos no suponía beneficio alguno.

Y claro, tampoco era lo suficientemente llamativo como para aparecer constantemente en TV o en algún formato similar.

De hecho, la única vez que lo invitaron a un programa de TV, el rating bajó tanto que le pidieron que abandonara el set antes de lo previsto.

Él lo cuenta sin resentimiento, pero de todas formas sabe que su talento es, a fin de cuentas, un simple desperdicio.

Quizá por eso tiene un carácter que denota cierta tristeza.

Y es que en vez de ser una historia simpática, el asunto ese de sus círculos transmite finalmente un extraño aire de tragedia.

Así, poco importa que hablemos de Mo Yan o que busquemos símbolos en la tradición china.

La verdadera tragedia es irreversible, y él lo sabe.

Por lo mismo, a veces busco gente para contarles del don de este estudiante e intentar cambiar su suerte.

Cuando eso ocurre, simplemente me paro frente a ellos y les digo:

Conozco a un estudiante chino que hace círculos perfectos.

A mano alzada, sin levantar el lápiz.

Y sigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales