domingo, 18 de septiembre de 2016

Un cuento de uno mismo.

“Este cuento es muy simple,
aunque hubiera podido ser muy complicado”
R. B.


Contar un cuento de uno mismo.

Desde uno mismo, digamos.

Debiese ser algo simple.

Nada distinto a respirar.

Nada distinto a mirar a los ojos de otro.

Nada distinto a dormir, o a despertar.


No se trata del día ni de acciones.

No se trata de recuerdos.

No se trata de hilar dos o tres frases ingeniosas.

Eso nada tiene que ver, con todo esto.


Y es que esto tiene que ver más bien con estar vivo.

Esto tiene que ver con respirar hondo.

Esto tiene que ver con no estar solo.


¿Te has preguntado acaso por qué estás acá leyendo esto?

¿Te has preguntado por qué yo escribo todo esto?

Pues bien, mi teoría es tan perfecta que da miedo.

Tan hermosa que es mejor no decirla.

Tan tuya y mía que no necesitamos expresarla.


¿Un cuento de uno mismo?

¿Eso había prometido?

Pues bien: este es un cuento de uno mismo.

Desde uno mismo.

Y va hasta ti para que desde ti vaya a otro.

Y de ese otro vaya a otro y de pronto las estrellas y el viento y hasta la alegría.

Esto se trata de no estar solo.

Esto se trata de extender los brazos.

Esto se trata de darle sentido al corazón.

Ese es el cuento de uno mismo.

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