jueves, 20 de octubre de 2016

Otra cosa que no es un satélite.


I.

-Ese no es un satélite –aseguró K.

-¿Y qué es entonces? –preguntó J.

-Otra cosa –dijo K.

-¿Qué cosa? –insistió J.

-Otra cosa que no es un satélite. –afirmó K.


II.

-¿Sabías que una vez se infiltró alguien en un satélite? –preguntó K.

-¿A qué te refieres con infiltrar? –preguntó J.

-A esconderse dentro sin permiso –aclaró K-, a colarse, ya sabes…

-Pero los satélites suelen no tener espacio en su interior…

-Caro… -dijo K.-, de hecho no todos los expertos estaban de acuerdo…

-¿De acuerdo en qué? –preguntó J.

-En si iba alguien o no en el satélite –señaló k-, ¿hablamos de eso, o no?


III.

-Lo que pasa es que el satélite iba un poco más lento de lo planificado –dijo K.

-No te entiendo –interrumpió J.

-Que como el satélite demoraba un poco más en su órbita, los expertos comenzaron a hacer cálculos y descubrieron que viajaba con 57 kilos extra de carga.

-Ya –dijo J, aunque todavía sin entender.

-Además justo ese día desapareció una de las mujeres que trabajaba en el programa –continuó K.-. Una chica común, en todo caso… cuyo peso aproximado coincidía con el extra de la nave.

-¿Y ella sería la infiltrada? –preguntó J.

-Claro, aunque igual hay una duda al respecto…


IV.

-Lo que ocurre es que con el paso del tiempo –siguió K-, la persona infiltrada debió haber muerto, con lo que el peso extra del satélite debió haber variado…

-¿Y no ha variado el peso, con el tiempo? –preguntó J.

-No –afirmó K-, siguen todavía los 57 kilos extra.


V.

-Pero entonces –preguntó J-, ¿podría decirse que en un satélite va escondida una persona…?

-No –dijo K, rotundo-. Sea como sea, eso no sería ahora una persona.

-¿Y qué sería entonces? –preguntó por última vez J.

-Otra cosa que no es una persona –dijo K, antes de partir.

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