martes, 25 de octubre de 2016

Una iglesia, con palitos de helado. (Canción)


Construí una iglesia, con palitos de helado, de pequeño.

Parecía una caja, más bien, pero yo sabía que era iglesia.

Era una iglesia donde no había cruz y no cabía creyente alguno.

Era una iglesia en la cual, estaba seguro, había entrado Dios.


Igual que un pájaro en una trampa, solo que no era trampa.

Igual que un muerto en su tumba, solo que no era un muerto.

Igual que la sangre en el cuerpo, solo que no era sangre.

Igual que el dolor en la herida, solo que no era dolor.


Sellé la iglesia, entonces, para que Dios no se fuese.

Era como tener dentro un animalito frágil.

La iglesia estaba tibia y algo en ella se sentía respirar.

Yo imaginaba que la iglesia, era ahora un corazón artificial.


Igual que un pájaro en una trampa, solo que no era trampa.

Igual que un muerto en su tumba, solo que no era un muerto.

Igual que la sangre en el cuerpo, solo que no era sangre.

Igual que el dolor en la herida, solo que no era dolor.


Olvidé entonces la iglesia por un tiempo.

La olvidé tanto que pensé que aquello era una caja.

Y di por hecho, además, que la caja estaba vacía.

Si Dios hubiese sido un animal, pienso ahora, habría muerto desahuciado.


Igual que un pájaro en una trampa, solo que no era trampa.

Igual que un muerto en su tumba, solo que no era un muerto.

Igual que la sangre en el cuerpo, solo que no era sangre.

Igual que el dolor en la herida, solo que no era dolor.


Nadie supo nunca que yo tenía a Dios en una pequeña iglesia.

Así que todos piensan que Dios está en libertad.

Nunca volví a abrirla y hoy tengo miedo y vergüenza.

Tal vez Dios, después de todo, no sea distinto a un animal.

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