sábado, 12 de noviembre de 2016

¿La droga...? Pues no sé...


¿La droga…? Pues no sé… Un tipo de hongo, supongo. Lo habitual, según la apariencia… El punto aquí es el efecto… La verdad del efecto, más bien. Es decir, me he demorado semanas en poder explicarlo, pero ya di con la forma y hasta suena bastante simple: las cosas se separan. O sea, miras la realidad, y todo está separado… ves el espacio que existe entre las cosas… entre las partes de las cosas incluso… aunque hayas creído hasta entonces que eran una… Como un acercamiento a esos cuadros puntillistas, tal vez, aunque no se trata solo de la apariencia… ni tampoco se aplica solo a lo que te rodea… O sea, hasta con las palabras pasaba, separando los sonidos… o con tus propias manos… Las miras y no ves manos, me refiero… ves piel, ves uñas, ves pliegues… nada unitario… Es como si pudieras pasearte entre los espacios que existen entre las cosas… nunca en contacto con los bordes, eso sí… y es que si intentabas acercarte a un costado… a una de esas cosas, me refiero… esta volvía a separarse y alejarse… ¿Si era algo bueno, me preguntas…? Pues no sé… O sea, era angustiante, digamos, pero era verdad… Una verdad que no había experimentado nunca antes… Una soledad tremenda también, es cierto: la imposibilidad absoluta del contacto, de la unidad… pero al menos era cierto… eso era importante… ¿Si lo volvería a consumir…? No sé… pero ante todo no sé, porque no sé si lo siento necesario… Ya comprendí algo, digamos… ya lo viví… No dudo de esa certeza… No hay contacto, eso es todo. Y es verdad... Duele, pero es verdad... La vida sigue, en todo caso. Yo no voy a detenerla.

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