jueves, 8 de diciembre de 2016

Alguien que cuide a los niños.


Alguien que cuide a los niños.

A veces todo se reduce a eso.

Conseguir alguien que los cuide.

Que se quede con ellos para salir un rato.

Alguien para estar donde no queremos.

Alguien responsable, por supuesto.

Eso es lo esencial, te dices.

Y claro, recuerdas algunos datos.

La recomendación de un colega.

Una página de face.

O hasta un imán en el refrigerador que tiene impreso unos números.

Es solo cuestión de escoger, a fin de cuentas.

Observas los colores y los precios.

Vuelves a observarlos.

No hay más argumentos.

Dos minutos.

Respiras hondo y eliges.

Tú marcas y ellos responden.

Das la dirección.

Un número de tarjeta.

Los datos de los niños.

No los nombres; otros datos.

Pasan unas horas y entonces por lo general llega una chica.

Delgada. Lentes. Pelo liso.

Hablamos con ella un rato.

Nos fijamos si sonríe.

No sabemos por qué, pero observamos sus dientes.

Nos preguntamos sin palabras si ella es la adecuada.

Y claro, por lo general aceptamos.

Les dejamos nuestros números y una serie de recomendaciones.

Ella asiente y nos sonríe.

Nos dice que estemos tranquilos y que disfrutemos.

Ni siquiera nos pregunta de qué es aquello que hay que cuidar a los niños.

Así, finalmente, nos despedimos y nos vamos.

Todo estará bien, nos decimos.

Generalmente ocurre eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales