jueves, 22 de diciembre de 2016

Realidad / Proporciones / Desplazamiento

O las ratas están creciendo a una velocidad vertiginosa
O yo estoy cada día más pequeño.
O esta noche me quiso morder un canguro
O me salvó un tigre que vino a cazarlo alertado por mis gritos.


No se ve bien, la realidad.

Las dimensiones, por ejemplo.

Y claro, con proporciones equívocas, es difícil localizar el problema.

Dimensionarlo, digamos.

Es decir, distinguir los bordes y separar los ámbitos:

Esta es la realidad; este soy yo; este es el problema.

A veces, por ejemplo, distingo una sola masa, en vez de tres.

Y claro, puede parecer una mera cuestión discursiva, pero es distinto cuando tus propios bordes están difusos.

Y es que cuando eso ocurre, desesperas.

Olvidas incluso la misión.

El objetivo que tenía encontrar el problema.

Eso ocurre cuando desesperas.

Eso y un fárrago de otras cosas que apenas logras entrever.

Y claro, entonces solo piensas en desplazar el problema.

Como si desplazarlo fuera la misión.

O como si distinguir la realidad y diferenciar el problema fuera el objetivo máximo posible.

Desplazar el problema enteramente fuera de la realidad de la vida, me refiero.

Esa es la sensación, sin duda.

Y todo parece entonces reducirse a eso.

Y es que así lo crees, al menos, en ese instante.

Así lo expresas, incluso.

Por suerte, en todo caso, te equivocas.

Te diría en qué, pero siento que ya lo sabes.

Por otro lado, se trata de algo que ya te he dicho, aunque de otra forma.

No sé siquiera por qué me alargo, de hecho, si ya te lo he dicho.

No se ve bien, la realidad….

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