lunes, 12 de diciembre de 2016

Ropa interior.


Me gustaba el concepto de “ropa interior”.

No sé muy bien por qué, pero lo asociaba siempre con algo profundo, e importante.

Tanto fue así que alguna vez escribí una serie de poemas bajo ese concepto.

Ropa interior y otros escritos, se llamaba.

En general eran mierda, pero había en ellos cierta indagación que, en parte al menos, me gustaba.

Y claro, supongo que esas referencias a la forma en que vestimos nuestro interior y el preguntarnos para qué lo vestimos, terminó por hacer que esos textos -que eran poco más que mierda-, fuesen tomados como escritos medianamente interesantes.

Por lo mismo, alguien reseñó esos escritos e incluyó un par en una revista donde además se ilustraban con unas imágenes bastante ingeniosas.

Extrañamente, semanas después, la persona que había reseñado los textos se comunicó conmigo vía telefónica.

Era un periodista peruano que vivía en Barcelona quién insistió para que a la mañana del día siguiente me comunicara vía Skype, pues era de extrema importancia.

Y claro, como en ese tiempo estaba un poco menos antisocial, y además se me ocurrió que podía tratarse de un proyecto interesante, accedí a hacerlo.

Así fue como sin ninguna preparación me encontré de pronto escuchando a un hombre que decía llamarse Calvin Klein y que me hablaba en un inglés no muy claro, mientras tenía en sus manos la revista donde habían aparecido los textos.

Tras un par de minutos de no entender mucho, creí entender que se trataba de una broma y que me estaban hueveando.

Y es que no podía creer que Calvin Klein fuese ese hombre y me estuviese hablando (según entendí) sobre ropa interior.

Así, de pronto, le dije simplemente que se dejara de huevear y le corté.

De hecho, ni siquiera quise hablar con el periodista peruano cuando intentó comunicarse, días después.

Con todo, aún me gusta el concepto de ropa interior.

Un sweater para el corazón, una camiseta sin mangas para el hígado… a esas cosas me refiero, por si acaso.

Lamentablemente, hoy por hoy me he vuelto más amargo, y no me imagino recreando algunos de esos textos de forma entusiasta.

Esto es lo que hay, entonces, nada más.

Disculpen lo poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales