jueves, 19 de enero de 2017

Algo así como un arte poética.


I.

Al final se arroja por la ventana, pero antes de eso hay una historia.

Lamentablemente, yo no sé contar historias de ese tipo.

Yo simplemente observo el salto.

No miro dónde cae.

No imagino que se eleve.

Ni siquiera miro el suelo buscando el sitio del impacto.

Yo escribo mientras limpio la ventana y busco no salir en el reflejo.

La sensación es solo mía.


II.

De chico tenía un cuaderno de copias.

Me obligaban a escribir en él hasta que la letra salía perfecta.

Nunca se fijaron qué escribía.

Yo elegía frases extrañas.

Palabras que escribía una y otra vez hasta robarles el significado.

Entonces me di cuenta que el significado no se encontraba en las palabras.

Y que si estaba en algún sitio, era un sitio al que no teníamos acceso.


III.

Mientras escribo esto alguien se arroja por una ventana.

Mientras hacía copias, de pequeño, alguien también se lanzaba.

Intento pensar en ellos y escribir, pero cada vez es más difícil.

Así, en el fondo, debo reconocer que simplemente he seguido haciendo copias.

Me cago en Godot.

Me cago en Raskolnikov.

Me cago en Caulfield.

Hoy la luz del sol fue naranja por un instante, y yo lloré, porque se acababa el mundo.

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