viernes, 10 de febrero de 2017

Palabras sueltas.


I.

Solo me quedan palabras sueltas.


II.

No hay temas.

No hay ideas.

No hay sensaciones.

Solo palabras sueltas.


III.

Palabras sueltas, decía.

Yo las amarro con nexos para que no suenen mal.

Pero si alguien se fija, poco dicen.

Ojalá alguien viera más allá de lo que dicen.


IV.

Busco qué decir.

Busco qué sentir.

Busco hacia dónde apuntar la vida.

Nada con sabor.

Nada con sangre encuentro.

Todo es piedra.


V.

Una mujer.

Un pulpo.

Una biblioteca demasiado grande.

La culpa no es de nadie.

Es de todos, la culpa.


VI.

Arrojar piedras para no llorar.

Arrojar piedras para no reír.

Arrojar piedras entonces, igual como lanzar palabras.

Escuchar dónde caen.

Escuchar nada.


VII.

Soy el monje de las palabras sueltas.

Soy el monje de las piedras.

No soy maestro ni discípulo.

Si la montaña viene a mí, entonces yo la subo.


VIII.

Jacob golpea el aire.

Job abre las puertas.

Yo me indigno, pero nada ocurre.

El ángel viene y no trae mensaje.


IX.

No sé qué hacer, le digo.

No sé qué decir, le digo.

Ni siquiera sé qué pedir.


X.

¿Te acuerdas lo que era el amor?, dijo el ángel.

Yo no contesté.

¿Recuerdas lo que era el amor?, insistió.

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