martes, 28 de marzo de 2017

En lo absoluto (un año).


Ella dijo que fue la voluntad de Dios. Yo entendí que ella necesitaba decir eso. No discutí. Me senté al lado y esperé. Ahora venían las contradicciones. Que esa no podía ser su voluntad. Que el dolor no puede ser el fruto de la voluntad de Dios. Que debe haber un error en todo eso. Y claro… luego de nuevo el silencio. Un poco de desesperación. Un poquito de llanto. Ahora viene contra mí. Dice que yo estoy de acuerdo y ni siquiera sé con qué. Dice también que yo soy frío. Que yo no extraño. Que la muerte de X no me afecta en lo más mínimo. Entonces yo la dejo hablar. No tiene sentido contestar así que no contesto. Ella vuelve a llorar y luego se calma un poco. Yo me acerco, pero no hago nada. Ella respira hondo, pero tiene una mano empuñada. Me explica entonces que no es contra mí. Que está enojada… Hasta consigo una disculpa. Pero claro, luego de nuevo la vuelta  a Dios y se tiene que regresar al primer punto. La voluntad esa que le permite (a ella) mantenerse en pie. Después de todo: ¿qué se hace con la voluntad de Dios? Creer o no creer, tal vez, pero viene siendo casi la misma cosa. Además ahora se va a cansar y se va a dormir. En un año, estimo, no se acordará en lo absoluto. 

1 comentario:

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales