martes, 14 de marzo de 2017

Una bomba en la estación del tren.


Un grupo de hombres en un pueblo pequeño.

Una vida pequeña.

Un laboratorio casero.

Una tienda donde comprar algunos químicos.

Fotos de niños que no ríen.

Fotos de niños que no lloran.

Una maleta gastada.

Una madre que desgrana porotos y una radio encendida.

Un tren que pasa una vez a la semana.

Una estación casi vacía.

Un día nublado.

Un perro que orina sobre un diario viejo.

Un grupo de hombres a escondidas en la estación del pueblo.

Un reloj de bolsillo que se atrasa en dos minutos.

Un plan que no provoca muertos.

El sueño del fuego y del derrumbe.

Una espera que se hace cada vez más extensa.

Un hombre que observa a la distancia.

Parte de la carrocería de un auto, ya oxidada.

Un gato, a lo lejos, ha cazado un pájaro.

Una lluvia apenas, que no moja.

Un sol que se pone y un tren que no llega.

Una sensación extraña.

Un para qué que viene de pronto exclusivamente a hacer daño.

Una estación que se cierra sin previo aviso.

Una parada que se suprime por falta de viajeros.

El ángel destructor que llega sin fuerzas a un mundo ya devastado.

Una bomba no estalla, en la estación del tren.

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