martes, 25 de abril de 2017

Esperanza del cero.


Algo así como una cuenta regresiva. Una cuenta que comenzamos con la esperanza del cero. Regresar al cero, más bien. Volver a ese punto que nos permita lanzarnos ahora a alturas distintas. Esa es la idea, por supuesto. La idea declarada. Luego caemos en cuenta que el cero no existe. Fingimos que lo es, en todo caso, y regresamos, pero no volvimos realmente a sitio alguno. Ni tiempo ni lugar es el cero. Ni cinturón ni anillo, tampoco. Un invento como casi todo eso que supuestamente puede lanzarnos a alturas distintas. Una mierda de frase, por lo demás. Un cero dicho con más sílabas... algo así como otra cuenta regresiva. Otro invento, digamos. Otra esperanza del cero. Y claro, entonces haces la cuenta más lento… Me refiero a que alejas el cero ese porque ya no sabes si estás listo realmente para ese despegue. Juegas a posponerlo, incluso. Fragmentas los números. Aplazas la llegada a ese lugar que no existe. Ni cinturón ni anillo, te dices. Pero lo dices para no dudar. Para jugar a que no mientes  y llegar a ese no lugar donde hay negación absoluta. Algo así como una cuenta regresiva, digamos. Una última esperanza del cero. Eso digo yo.

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