martes, 16 de mayo de 2017

Formas de ser bueno (II)


Su historia es simple: dejó de hablar y se quedó muda. Creo que hizo una especie de voto de silencio que terminó –de una forma que no comprendo del todo-, por atrofiar irreparablemente sus cuerdas vocales. Ahora escribe libros de autoayuda donde hace diversos llamados para poner en uso nuestros dones y  nuestra vida entera. Aplica de esta forma su experiencia a cualquier situación y habla del dejar de hacer como la puerta de entrada para los males que aquejan al hombre. No hacer es dejar hacer a la muerte, dice en uno de sus libros más nombrados. Bajo su lógica, dejar de ver lleva a la ceguera, dejar de oír lleva a la sordera, dejar de amar lleva a la frialdad absoluta y dejar de hacer (o de vivir, en definitiva) nos conduciría finalmente a la muerte. Como puede observarse, en definitiva, si bien su pensamiento parece ser bastante simple y hasta limitado, las ideas de esta autora permiten explicar de una manera lógica, la llegada de una serie de infortunios que no serían más que el resultado de una falta de actividad en cada ser humano. Ideas asociadas en parte al concepto de evolución, si se piensa. Más un gran componente de simpleza y de falta de rigurosidad en sus premisas. Todo lo demás, si es que lo hay, son buenas intenciones y un silencio al que se le quiere buscar un sentido imperiosamente. Otra forma, dirán algunos, de ser bueno.

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