lunes, 1 de mayo de 2017

Una locomotora y un pájaro.


Si desaparece el mundo y queda apenas una locomotora y un pájaro.

Ninguna superficie, me refiero, ni fuerza alguna… solo inmensidad.

Si desaparece el mundo decía, y en medio de la nada queda apenas una locomotora y un pájaro.

Yo no sé, sinceramente, qué sería más hermoso.

Y es que el pájaro, tal vez, imagino.

El pájaro posado en la locomotora.

No sé si ya consciente de su muerte pues no hay alimento alguno.

O la locomotora de hierro, inmóvil y sin nada que entregar.

Inmóvil en el vacío pues caer en la inmensidad y permanecer es entonces la misma cosa.

Yo no sé, decía, qué sería más hermoso.

Entonces el pájaro volando por el interior de la locomotora.

Volando dentro porque afuera no se sabe qué es volar.

Volando y cediendo al cansancio hasta posarse quieto.

Como un corazón moribundo en medio de un dios muerto.

Yo no sé, decía, qué sería más hermoso.

Lo que está muriendo o lo que no puede morir.

Lo que permanece o lo que va a desvanecerse, a la brevedad.

Y es que no sé, sinceramente, qué adorar.

El Dios que no responde o el ser que muere.

O tal vez la inmensidad.

Yo no sé, decía, qué sería más hermoso.

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