miércoles, 21 de junio de 2017

Alternativas.


Como no me gusta planchar debo buscar alternativas.

Lamentablemente, en mi trabajo, ya estoy acostumbrado a ir con camisa y eso es algo que lleva a planchar a diario.

Por lo mismo, si trabajo, planchar camisas es sin duda un acto obligatorio.

Por esto, hoy mientras miraba las camisas ya planchadas, proyectaba dificultosamente, una forma de no volver a plancharlas.

Tras un par de horas buscando alternativas llegué a la conclusión que la forma más efectiva de no tener que plancharlas nuevamente, era simplemente no arrugarlas.

Y claro, para no arrugarlas ocupé otras dos horas y llegué a la conclusión que no hay que ponérselas, y, desde, que no hay que trabajar.

Siguiendo esta lógica, por cierto, llegué también a la conclusión que el cuerpo mismo se arruga menos si no lo usamos.

Ídem el celebro, y hasta el espíritu, para los que crean, de cierta forma.

Ante esto, desde hace unas semanas, diseño una serie de normas y recomendaciones para evitar cualquier tipo de desgaste y/o arruga no deseada.

Todas estas formas, sin embargo, apuntan al desarrollo de una forma de vida del todo austera y carente –en lo posible-, de movimiento y emoción.

Todo esto, como verán, básicamente porque no me gusta planchar.

Ámbito a rectificar, lo admito, pero presente en cada uno de nosotros.

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