jueves, 8 de junio de 2017

La casa casi abandonada.


Para diferenciarla de las otras, la llamábamos la casa casi abandonada.

Estaba junto a otras casas habitadas y cerca de una 100% deshabitada, por lo que la distinción era totalmente necesaria.

No es que viésemos a nadie en ella -de forma concreta al menos-, pero al mirarla, todos coincidíamos en que se trataba de una casa que parecía estar levemente habitada, o en proceso de abandono. Aunque claro… no sabíamos explicar de forma precisa a qué nos referíamos con esos nombres.

Pocos nos atrevimos a entrar y lo cierto es que cada uno de nosotros salió con la misma sensación. Por un lado, la certeza de que en la casa no había nadie más que la casa misma, y por otro, la fuerte sensación de una presencia que permanece apenas.

De esta forma, ante la aparente contradicción de estas ideas, no nos quedó más que plantearnos algunas preguntas necesarias, que giraban mayormente en torno a una única gran incertidumbre: ¿Puede una casa estar habitada por sí misma?

Hoy puede parecer extraño, es cierto, pero no dejábamos en ese entonces de preguntarnos este tipo de cosas… y hasta llevábamos esa misma pregunta a instancias más cercanas… ¿podía un hombre habitar dentro de un hombre? Y si podía, ¿podía habitar de una forma imprecisa, abandonando su residencia al mismo tiempo…?

De más está decir, en todo caso, que nunca respondimos –de forma certera, al menos-, ninguna de estas preguntas, y que incluso fuimos dejándolas de lado con el paso del tiempo, reduciendo nuestra percepción a casas habitadas y casas deshabitadas, nada más.

¡Una gran pérdida…!, si se me permite decirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales