lunes, 17 de julio de 2017

Apunte.


Wingarden lo cuenta en un capítulo de un libro sobre las afasias traumáticas y otros fenómenos neurolingüísticos:

“(…) Una mujer viene a verme y luego de saludarnos me dice que desde hace un año está sorda. Completamente sorda. Luego yo le pregunto sobre las causas y ella las explica y hablamos largo rato sin que aprecie en modo alguno su sordera. Tras pedirle una explicación y consultarle si leía mis labios, ella señala que no, y me invita a que hable de espaldas a ella y sigamos la conversación de esa forma. Así lo hago y ella sigue contestando de forma coherente o siguiendo, lógicamente, la conversación. Molesto, pues creo que me está tomando el pelo, le exijo que me cuente la verdad. Usted debe estar exigiendo ahora que le cuente la verdad, dijo entonces, pues desconfía de mi condición. Pues bien, continuó, la verdad es que suelo adelantarme a lo que mi interlocutor debe decir… imaginarlo, me refieroDespués de todo, se trata de construcciones lógicas, donde acostumbramos decir generalmente lo mismo… Eso es absurdo, la interrumpí, con ganas de irme. Creo que es mejor dejar esto hasta acá… No piense en que esto es absurdo, dijo entonces ella, intente aceptarlo(…) Justo en ese instante, de espaldas a ella se abrió la puerta y mi secretaria, que había escuchado mi voz, algo molesta, entró y me pregunto qué pasaba… Solo entonces pude corroborar que la historia que me contaba la mujer era cierta, pues claramente no escuchó a mi secretaria atrás suyo, ni el ruido de la puerta (…)”

Todo esto fue contado por Wingarden –tal como decía en un inicio-, en un capítulo de un libro que trata principalmente de trastornos lingüísticos.

Ahora yo les dejo unos fragmentos, y ustedes ya saben lo que hacen. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales