miércoles, 12 de julio de 2017

Milagros crueles.


Dentro de los numerosos estudios que se realizan en el Vaticano, me entero hoy que existen unos destinados a los denominados “milagros crueles”. Esto, ya que bajo este nombre se organizan una serie de archivos que recopilan información sobre eventos milagrosos cuya realización carece –al menos a primera vista-, de sentido común (o de un fin comprensible en sí mismo, para ser fiel a la explicación propuesta).

El nombre viene dado por una carta de un beato belga, que hacía referencia a estos milagros crueles, como una manifestación del misterio del plan divino y de la necesidad de la experiencia de la fe por sobre la comprensión o el entendimiento humano.

A modo de ejemplo, se puede mencionar el caso de dos gemelas que se habrían salvado inexplicablemente de una larga y aparentemente incurable enfermedad y que, tras salir de alta del hospital junto con su madre, fueron arrolladas por un camión que llevaba combustible; o el caso de un hombre que, tras estar en estado vegetativo y haberse recuperado milagrosamente tras la oración de una pequeña comunidad, mata a su mujer y a sus hijos luego de despertar, y se da muerte también, de forma inmediata.

Y claro, si bien en los archivos se hace referencia a una gran cantidad de “milagros crueles”, -bastante más complejos e interesantes que los arriba citados, por cierto-, extraño que no se haga mención al más básico y crucial de todos: el denominado milagro de la vida, sin más.

Por lo mismo, me avoco de inmediato a desarrollar este punto, que les estaré presentando prontamente, si es que todo esto, no se acaba antes.

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