lunes, 10 de julio de 2017

Viene a ser lo mismo.

“De repente me pareció que era yo quien la engañaba,
y no al revés,
porque ella tan solo era ella misma”
S. L.


A falta de océanos extraños, una piscina con agua estancada.

Todo lo demás viene a ser lo mismo.

Los dos soles.

La presencia amarga.

La sensación de ya haber perdido lo que equívocamente se tiene.


Y no es que quiera entrar en detalles.

Ocurre más bien que uno va tomando nota.

La idea esa de los neutrinos, por ejemplo.

O alguna otra que no detallo por alejarme del asunto.

Todo viene a ser, en parte, una posibilidad cierta.


La honestidad imposible.

Analizar la sangre.

Reconocer el juego.

El planeta distante que viene a ser siempre el más cercano.

Usted puede entenderlo, si es que quiere.


Y no es que hable de sufrir, a esta altura.

Y no es que hable del amor, a esta altura.

Todo eso está, sin duda, demasiado lejos.

El dolor está en órbita. El amor está órbita.

No llego a ellos arrojando piedras.

Además todas las que arrojé hacia lo alto,
regresaron a mí con mayor fuerza.


¿De verdad era yo el que la engañaba?

¿De verdad ella era solo ella misma?


Hoy dudo del aire, del agua y hasta del nombre de las cosas.

Clavo mis pies al piso y no hay nada que me arrastre a ningún lado.

Todo lo demás viene a ser lo mismo.

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