martes, 22 de agosto de 2017

Como un tesoro.


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Martina tiene un cuaderno para autógrafos. Se lo trajo una tía que vive en Nueva York y que las visitó hace un par de meses. Desde ese entonces es que Martina tiene un cuaderno para autógrafos. Pero el cuaderno está vacío.

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La tía de Nueva York le dijo a Martina que los autógrafos son las firmas de gente importante. Actores famosos, deportistas destacados o gente de televisión. Martina desde entonces ha comenzado a investigar que gente podría firmar su cuaderno y ha memorizado sus caras. Cuando sale con su mamá anda siempre con el cuaderno para ver si encuentra a alguno.

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Con su mamá, Martina sale varios días por semana. Casi siempre es a comprar, luego de salir de la escuela. Su mamá la retira y casi siempre pasan al supermercado que está en la calle grande. Martina busca famosos entre la gente, pero no encuentra ninguno. Siempre anda con su cuaderno en la mochila. El hombre que pesa las frutas se parece mucho a un actor de la tele, pero su mamá le dijo que no era. Por eso el cuaderno sigue en blanco.

El tío Carlos que además es su vecino tiene medallas en su casa. Marina investigó y es porque de joven corría su universidad.  Tiene dos medallas de bronce y una de plata y un trofeo pequeñito. Por un tiempo Martina pensó en pedirle a él un autógrafo pero desde que lo vio besarse a escondidas con su mamá ya no quiere hacerlo.

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Un domingo en la noche Martina se pone a llorar. Entonces le explica a su madre que los famosos no existen. O se esconde o no existen. Y llora por eso y porque su cuaderno sigue nuevo. Tiene 184 espacios para firmas, pero sigue en blanco. Además llora porque nadie que conozca es lo suficientemente importante y tiene miedo de nunca conocer a nadie así. De envejecer y nunca conocer a nadie así. De morirse como la abuelita Luisa y nunca conocer a nadie así.

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Para el cumpleaños de su mamá Martina le preparó un tarjeta y le hizo un dibujo y le preparó un desayuno. El té estaba frío y botó mermelada pero su mamá no se enojó. Entonces su mamá le prometió que irían pronto a un barrio a buscar famosos y la abrazó muy fuerte. Entonces Martina se sintió más grande, como si ella hubiese sido la del año más, y le dijo a su mama que eso no importaba. Y se alegró incluso porque sintió que era verdad. En su corazón sintió que era verdad. Por eso, sacó el lápiz que venía con el cuaderno y le pidió a su mamá que lo firmara. Luego, al lado, ella misma hizo una firma que quedó chistosa. Finalmente, guardó el cuaderno en un lugar secreto, como un tesoro.

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