martes, 15 de agosto de 2017

Tres muertes.


Mi abuela contaba que tuvo una hermana que murió tres veces. Sin metáforas ni símbolos. Tres veces al menos en que la lloraron y enterraron y luego ella volvía a casa como si nada. Era mayor que mi abuela por unos años y era una más de doce hermanos. Todos se habían criado en el campo, cerca de Temuco, pero su hermana era la única que había muerto y regresado, sin mayores explicaciones. La primera vez que murió la pisó un caballo. Le partió la cabeza y murió poco después que un doctor logró llegar hasta la casa. Mi abuela recuerda que la metieron en un ataúd chico, que hizo su padre con las tablas de unos cajones, y que lo pintaron de color crema. Esa vez volvió luego de unos meses. Con la cabeza intacta y sin nada que contar. No le dijeron nada a nadie y la inscribieron otra vez con el mismo nombre, en los registros, dando a entender que era una prima venida de lejos. Mi abuela compartía cama con ella y dice que nunca notó nada extraño, salvo que tenía la voz muy aguda. La segunda vez fue unos pocos años después. Murió de una peste en la que también falleció uno de sus hermanos. La muerta era ya adolescente por lo que la enterraron en un cajón más grande y con flores amarillas, como se acostumbraba. Hubo que envolverla además en varias mantas por el tema de la peste, al igual que a su hermano. Esa vez los enterraron en el patio de la iglesia, pues habían dispuesto un lugar especial debido a las muchas muertes que se produjeron en esa época. Luego de unos años, sin embargo, su hermana volvió a la casa. Ya era una joven, pero su rostro y su voz seguía siendo el mismo. Esa vez, según contaba mi abuela, no la recibieron muy bien, y trataron principalmente de esconderla. Luego de unos meses, tras volver del campo, la madre de mi abuela la encontró acostada con su esposo, quién se había emborrachado. De vez en cuando pasaba eso de acostarse padre e hija, contaba mi abuela, como si nada. A partir de eso, sin embargo, la madre de mi abuela ideó un plan pues decía que a esa hija la había devuelto el demonio. De esta forma, una noche, fueron hasta la cama donde dormía y le dieron muerte, arrastrándola hasta el patio y cortándole la cabeza. Esa fue la tercera muerte, dice mi abuela. Luego de eso no volvió, más que en sueños. Mi abuela murió hace como quince años y poco tiempo antes de morir me contó esas y otras historias. Nunca dudé que fuesen ciertas.

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