martes, 17 de octubre de 2017

M. y F. se van a vivir al sur.


I.
M. y su esposa F. se van a vivir al sur. Él tiene unos ahorros y ella es buena administrándolos. Ninguno de los dos trabajará por al menos un par de años. Plantarán algunas verduras. Comprarán unas gallinas y él pescará de vez en cuando. M. piensa escribir un libro aunque sin apuro. F. quiere volver a pintar con acuarela, como cuando era joven. No tuvieron hijos y ya no pueden tenerlos. Aunque tampoco los querrían en todo caso. Su casa está alejada del pueblo y tiene un par de árboles frutales. No sé qué otro dato significativo mencionar sobre ellos, salvo que parecen simpáticos.

II.
F. deja a M. pasado un año. Él no logró escribir un libro y ella se aburrió del clima, de las gallinas y hasta del descanso. Una amiga le ofrece un trabajo en una biblioteca y entonces se vuelve a Santiago. No se separan legalmente, pero al menos quieren tomarse un tiempo largo. Una vez que F. se va, M. descuida las verduras y a las gallinas que tenía las matan unos gatos. M. calcula que le queda dinero para otro año si sabe cuidarlo. Finalmente, tras seis meses vuelve con F., a su casa en Santiago. Ella dice que aún lo quiere y todo vuelve a ser un poco como antes. Solo son un par de años más viejos y el sueño que tenían no ha funcionado.

III.
Antes comenté que a sus gallinas las mataron unos gatos. Las gallinas no tenían nombres, pero los gatos se llaman Bob y Juan José y eran de un vecino con el que apenas M. cruzó algunas palabras. Antes de volverse a Santiago, por cierto, M. pensó en matar a aquellos gatos. Ideó un par de planes y hasta compró un poco de veneno que pensó en mezclar con algo de comida. Y claro… no lo mató finalmente y de cierta forma eso le hizo bien. Se sintió como si les hubiera salvado la vida, me refiero. Tal vez por eso todo está mejor, desde entonces.

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